Hubo un momento en mi vida en el que estaba totalmente perdido.
Me encontraba en una situación en la que sentía que no me apasionaba nada.
Había cumplido con lo que la sociedad y mi familia esperaban de mi, conseguir llegar a ser un estudiante modélico con un expediente de sobresaliente a sus espaldas.
Tenía 18 años y justo había acabado el Bachillerato y la Selectividad con muy buena nota.
Pero tenía un problema que llevaba meses taladrándome la cabeza: No tenía ni idea de que hacer con mi vida.
Al igual que yo, he ido conociendo a lo largo de los años a más gente que tenía este problema.
Algunos de ellos con 18 o 19 años y otros con incluso 40 o 50.
Algo está fallando aquí.